La prehistoria de las lavanderías
Como para muchos es conocido, las lavanderías nacieron al lado de un río, el que necesitaba la gente que iba a lavar la ropa gracias al agua que corría. De esta manera, frotándolo con piedras conseguían eliminar la suciedad de las prendas con mucho esfuerzo aunque con un resultado bastante aceptable teniendo en cuenta los medios con los que contaban.
Poco a poco, estas técnicas se fueron perfeccionando y empezaron a conseguir elementos químicos que le permitían un mejor resultado en sus prendas. Los romanos, por ejemplo, usaban la orina para obtener amoníaco con el que eliminar las manchas más difíciles de la ropa, mientras que más tarde se empezaron a elaborar jabones a base de grasa animal.
Este proceso fue acelerándose con el paso de los años, incentivando el ingenio para crear procesos de lavado con el que facilitar el trabajo a la hora de lavar cualquier tejido. No fue hasta el siglo XVIII cuando empezamos a encontrar los primeros jabones modernos, elaborados con carbonato sódico.
La revolución de la maquinaria
Los primeros lavaderos comunitarios llegaron algunos siglos después para quedarse, ya que desviaban los ríos hacia unas tinas gigantes donde todos los habitantes de dichos pueblos podían ir a lavar sus prendas. No obstante, la primera gran revolución llegó en el siglo XIX, cuando se empezaron a popularizar unas lavadoras rudimentarias realizadas con tinas de madera y accionadas con manivelas que permitían un lavado mucho más rápido y práctico de la ropa desde casa.
A partir de esta primera creación, el avance tecnológico de las lavadoras fue increíble y mucho más rápido, llegando a la primera lavadora eléctrica a principios del siglo XX. Sin embargo, estas tenían un coste muy elevado al principio, lo que las hacía bastante inaccesibles al público mayoritario, aunque si sirvieron en un primer momento para impulsar el negocio de lavandería para empresas y para uso doméstico pero de forma externa.
No fue hasta mediados de los años 50 cuando estas se empezaron a popularizar a gran escala y estaba presente en más hogares, gracias en parte a la feroz competencia entre fabricantes. Esta mejora tecnológica permitió que se empezaran a crear también maquinarias específicas para lavanderías industriales con las que poder ofrecer un servicio complementario a mayor escala con el que dar servicio a negocios que por sus necesidades más específicas (sábanas, manteles, colchas…) requerían otro tipo de maquinaria más potente con la que poder lavarlas. Para ello, se crearon empresas complementarias a hoteles, restaurantes y hospitales con el objetivo de externalizar un servicio muy necesario para ellos y de esta manera ahorrar costes.
Esta es la historia (de momento) de las lavanderías industriales y clásicas. Si buscas lavanderías para empresas, en Avisa Servicios Integrales tenemos los mejores medios para facilitar este proceso en tu negocio. Ponte en contacto con nosotros y te asesoraremos para adaptar nuestros servicios solo a lo que tú necesitas.